12.04.2013

Córdoba 2013: Discursos sobre el saqueo.

Los saqueos en Córdoba nos hacen reflexionar sobre nuestra sociedad. Hace años el estallido social se daba por la necesidad imperiosa de dar vuelta algo, una estructura social que oprimía sólo a los pobres, luego a la clase media pero nunca a los ricos. Los saqueos eran una punta de iceberg de algo que se estaba gestando.
Pasaron los años y la clase media asaliarada puede mantener su economía, gracias al empleo fortalecido desde los sectores estatales y privados. Se alejó de la pobreza indigna, puede consumir sin necesidad del trueque y hasta viajar al exterior y hacer compras con dólar tarjeta.
Sin embargo, llegan las fiestas y todo sube, la oferta es incesante. Pareciera que todos podemos comprar: “la PS4 ¿por qué todavía no la venden acá?”; “Este país se va a la mierda, ya ni viajar se puede”, se lee en las redes sociales de la clase media.  
Consumir pareciera el lema, quien puede consumir ES, puede reclamar porque es usuario, es consumidor. Quien tenga un teléfono celular también pudo  identificarse con “la loca de Movistar” rompiendo todo en reclamo de un mejor servicio. Esa forma individual de protesta pareciera ser la más aceptada.
Distinto es el reclamo de los pobres, de los piqueteros que todavía se organizan reclamando por sus trabajos y/o su vida. Para ellos no hay cámara, ni siquiera mediación de palabra, con ellos la comunicación esta acaba. “Son violentos” repiten los cronistas de traje de los medios comerciales.
En este escenario, los nuevos saqueos en Córdoba toman otro sentido y son leídos de manera diferente en los medios y en lagente (“gente como uno”, la clase media va). Es por eso, que hoy podemos encontrar en las redes sociales una vasta circulación de mensajes que van desde “qué queres, son negros?”, “roban LCDs, no comida”, hasta el pedido urgente de la gendarmería para parar esto, que se define como “una guerra de pobres contra pobres”.
El reclamo hacía el estado pareciera obvio ¿Dónde está de la Sota? En Panamá, de vacaciones. ¿Dónde está la policía? Reclamando un aumento de sueldos. Como portador oficial de la palabra “pueblo” para los medios, la clase media juega un doble papel: se queja cuando no puede consumir y se queja cuando ese consumo lo hacen los que a fuerza de saqueos se apropian de lo que pueden poner a la venta.
Así terminan siendo víctimas de un sistema que no garantiza nada, sólo la posibilidad de un asenso social fruto del esfuerzo por años y hasta vidas. A la vez que son victimarios en su discurso y en la contienda social por más y mejores recursos que no se disputan hacía arriba, sino hacía abajo. 

En este marco social, el consumo no puede ser democratizador, es una marca distintiva de una clase, algo que separa a unos de otros dentro de la escala social. A la vez, el consumo es cegador: es la marca de que para cierta clase la vida hoy está garantizada y no importa quien no pueda ser parte, para ellos está la represión estatal y la defensa por mano propia.

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